sábado, 14 de febrero de 2009

LA MAREA

“Unos pocos personajes, un decorado claustrofóbico y una trama sutil han bastado a Ramón Acín para componer esta novela desasosegante, que, paródicamente, bien pudiera haberse subtitulado “Cumbres borrascosas, aunque nada tenga que ver con el folletón de Emily Brönte. Ramón Acín parece sentir una irreprimible propensión a hurgar en las heridas, a iluminar las zonas más oscuras de la conciencia, a bucear hasta llegar al fondo de la naturaleza humana. Tal vez sea ese el motivo por el que sus novelas dejan, en quien tiene el valor de apurarlas hasta la última línea, una profunda resaca” (J.J. Ordovás. Artes y Letras. HERALDO DE ARAGON)

“Nostalgia, desamor, retorno a la infancia, obsesiones, sexo, ficciones…por la cabeza del protagonista de La marea circula una corriente agridulce, un intento cada vez más imposible de rescatar la propia estima, la fe en sí mismo, la creencia en la posibilidad de un amor tras el abandono de una mujer, Elisa, que le ha marcado la vida. El protagonista parte tras ese desengaño a encontrarse consigo mismo a un lugar apartado de veraneo de montaña, un lugar que se convierte en una cárcel apenas rota por la lectura y el deseo. Acín juega en esta historia con la realidad y la ficción para contarnos la angustia cotidianas de un ser incapaz de superar su destino” (Revista LEER)

“Él es un hombre sin horizonte ni futuro de poco más de treinta años que ha visto naufragar su efímero matrimonio con Elisa. Percibiendo un fracaso vital que no quiere asumir, huye a un poblacho del Pirineo, renunciado a la plaza que ganó en unas oposiciones... Ella es una mujer alocada con labios en forma de corazón, que trabaja en el almacén del pueblo. Ella es la esperanza de una nueva vida, pero también una amenaza, y el pueblo puede ser un lugar tranquilo donde buscar sentido a la existencia en los recovecos del alma o un infierno asfixiante y fantasmal… Acín juega en La marea con los espejos de la realidad y la apariencia a través de un monólogo interior con el que el protagonista explica su tránsito hacia una vida consagrada a la venganza” (A.P.F. Babelia. EL PAÍS)