miércoles, 8 de diciembre de 2010

LECTURA DE "SIEMPRE QUEDARÁ PARÍS"(Pablo Navarro Sierra)

Comentario de Pablo Navarro Sierra (29 Julio 2009), lector de la Biblioteca de Alagón (Zaragoza) sobre SIEMPRE QUEDARÁ PARÍS.

“Se despertó demasiado temprano. El día ni tan siquiera clareaba por el este. Había pasado gran parte de la noche intranquilo, dando cabezadas de tanto en tanto…”, así comienza este interesante libro, intenso y emocionante que nos adentra en la vida del “maquis”, que operó en algunas zonas del Pirineo, como el valle de Arán, en los años posteriores a la segunda guerra mundial.
A través del recorrido vital de personajes como Villacampa ( oficial del maquis), o Montes y su mujer Elvira ( apoyos de la guerrilla desde su “pardina”, casa familiar en tierras pirenaicas), podemos sentir y revivir los sueños y las penurias personales de estos últimos revolucionarios republicanos que creyeron que el tiempo de la dictadura franquista había acabado tras la derrota del régimen nazi en 1945.
Una narración preciosa, excelentemente contada, que nos acerca al alma de estos soñadores que tuvieron que aceptar la dura realidad que se les imponía. Los apoyos les faltaron tanto en el interior de España, donde pudieron comprobar que los “perdedores” de la guerra civil estaban moral y psicológicamente “vencidos”; como desde el exterior, al negarse las tropas aliadas a eliminar el último reducto fascista que quedaba al sur de Europa. A pesar de esta referencia que añado para aclarar esta etapa histórica, este libro no va por estos derroteros. No se profundiza tanto a nivel ideológico, más bien el autor quiere centrar nuestra atención en el aspecto profundamente humano de los protagonistas. Las dudas, vacilaciones y renuncias personales de estos “soñadores” son el auténtico núcleo de esta historia que nos va descubriendo magistralmente Ramón Acín a través de sus páginas.
Estupenda lección de historia para las nuevas generaciones que no conocieron la posguerra española, ni la etapa de dictadura franquista. Porque, tal como dice el hijo de Elvira al final del libro : “ Ahí está el pasado. Deberé aprender su lección, porque yo soy el futuro”.