miércoles, 27 de abril de 2016

MONTE OSCURO, por María DUBÓ

27 de abril de 2016


Monte Oscuro

La Familia es un volcán sin cráter, una cueva sin
salida, una noche sin luna, una madeja sin hilo 
de Ariadna, un bosque sin migas de pan.



La falda del Monte Oscuro es el lugar donde transcurren 
los hechos. La Casa es la guarida habitada por una 
amilia de alimañas, de individuos llenos de aristas que 
hieren, lastrados por un pasado turbio que aflora para 
lavarse del polvo de los años e impregnarse de realidad. 
Cada familia tiene sus ovejas negras, sus secretos, 
un pasado que alarga su sombra sobre la estirpe de 
descendientes.

Ramón Acín ha compuesto una historia hecha de 
pasajes breves y contundentes donde las sombras, 
las piedras, los fantasmas, lo oscuro, las miradas, 
el temor y los sueños aportan matices al argumento,
que desde los detalles se construye ante los 
ojos admirados del lector. Leer Monte Oscuro 
obliga a juntar piezas, a atar cabos, a salpicarse 
de crudeza. La familia obliga a forzados vínculos 
de sangre establecidos por la lotería de la vida. 
Nadie la escoge. Todos la sufrimos. 
El abuelo, los tíos, los primos, los concuñados, 
los padres… quedan al descubierto, 
desnudos ante el espectador, desenmascarados 
y descuajeringados por la pericia narrativa de Acín.

Los rasguños que provoca la convivencia familiar 
hieren las entrañas. Recrearlos ayuda a sobrevivir, 
aunque sea plagado de cicatrices. Ha de pasar el 
tiempo para descubrir que el lustre del linaje es 
mera quincalla, que la grandeza empequeñece 
con los años y que la realidad fue una quimera 
de cartón piedra que se admitió como verdad.

Título: Monte Oscuro. Álbum de familia
Autor: Ramón Acín
Editorial: Los libros del gato negro
Páginas: 127