lunes, 23 de junio de 2014

YA NO ESTOY ENTRE VOSOTROS en ALGUNOS BLOG


http://www.nullediesinelinea.es/2014/06/nombres-propios-escritores-de-aqui.html520/06/junio/201407:44
Nombres propios:Escritores de aquí

Acín es catedrático de Lengua y Literatura en la Universidad de Zaragoza, escritor y crítico literario. Ha publicado libros de cuentos, novelas, dietarios y ensayos. En toda la amplia y compleja profundidad del término, es un hombre de letras, una persona que vive bajo el aura de la creatividad y husmea en todo momento ese inquietante -- y muchas veces incómodo y hasta angustiante-- efluvio que emana de la humanidad, donde el escritor de raza va hilvanando de forma incesante historias y personajes, escenarios, impresiones, colores y emociones. La historia que desvela en "Ya no estoy entre vosotros" (quizá un título demasiado obvio y banal para la carga emocional y crítica que se va desgranando en la novela) --con un estilo que recuerda a un Balzac o a un Mauriac-- refleja con pericia una saga familiar provinciana y poderosa enfrentada al duelo por una mujer, la abuela, epítome de fuerza y centro radial de una familia en decadencia. El observador, "el nieto preferido" aporta la mirada del ausente, desapegada aunque no neutral. Testigo crítico, austero y reflexivo, va comentando las entradas y salidas de los personajes, la familia, los vecinos. Deja un sabor amargo y melancólico, como cuando uno acaba de leer al Joyce de "Dublineses", concretamente su relato "Los muertos".

 (lagartosquebrada.blogspot.com/2012/12/libros-que-me-gustaron.html)
LIBROS QUE ME GUSTARON: Ya no estoy entre vosotros, de Ramón Acín
El objetivo de una novela apunta de normal hacia el compendio total de una época, de una vida. Un retrato de la misma con la fidelidad que proporciona la ficción y el apoyo de la realidad. Esto es lo que ha conseguido Ramón Acín con Ya no estoy entre vosotros. La muerte de la abuela en la casona familiar permite a Ramón Acín recorrer tiempos no muy lejanos a través de la historia de una familia, poderosa en la ciudad pequeña y en la comarca, un auténtico clan regido por la voz autoritaria de esa abuela ahora en el ataúd y a la que han venido a velar casi todos los descendientes y allegados. Narración trazada desde el punto de vista del nieto, (ahora ronda la cincuentena) que ante el cadáver de la abuela revive sus recuerdos infantiles con los primos (sobre todo con Elisa). Poco a poco abre el abanico para mostrarnos todos los personajes que habitaron la casona. Unos recuerdos que va entrelazando con familiares (abuelo, tíos, primos) que tiene delante, en el velatorio y con quienes va hablando, recordando y mostrando su vida actual y su historia. Pasando factura, también. Pasado y presente. Una disección de cada miembro de la familia (incluido el narrador), un análisis detenido de muchos de ellos, tanto de los que lograron romper el cerco opresor de la abuela como de los que quedaron atrapados en la casona. Comenzando por la jefa del clan, la abuela autoritaria, santurrona y manipuladora, una actitud que daba pie a la duda, a si detrás de ese proceder no escondía algo. Siempre, el poder. La abuela lo mantuvo con mano dura. Su muerte marca el fin de una época, de una forma de vivir ya periclitada en la que de los tiempos de abolengo solo permanece la añoranza.
Novela muy bien ambientada, en la época y en el paisaje, que es fácilmente reconocible. Ramón Acín nos tiene acostumbrados a un lenguaje claro y preciso y en Ya no estoy entre vosotros lo expone con maestría. Una novela llena de vitalidad y que engancha desde la primera página

LA FAMILIA QUE SE FUE A LA RUINA (por MARÍA DUBON)


 Ya no estoy entre vosotros, la última novela de Ramón Acín, publicada por Mira Editores, es una galería de retratos, de piezas desordenadas de un puzle que la memoria irá encajando hasta componer el paisaje de la familia Alba.
La abuela del protagonista, y matriarca de los Alba, ha fallecido y su muerte convoca a familiares y allegados en un velatorio que servirá de excusa para revisar el pasado de la estirpe. Ramón, el nieto preferido de la finada, ha llegado con el tiempo justo para despedirse de la centenaria anciana, de esa abuela glamurosa y severa, afectuosa y dura, contradictoria, que repartía cariño y miedo en estudiadas dosis. La muerte permite a Ramón ver a su abuela con ojos nuevos, los de un hombre adulto que contempla la figura engrandecida por la infancia en su dimensión real. Porque la abuela, líder incontestable de la familia Alba, tenía el alma llena de heridas y cicatrices, tal vez por eso blindó con hierro su corazón, se volvió despótica y cruel y organizó vidas ajenas a su antojo, lanzando sentencias inapelables que establecerían rumbos y determinarían destinos.
La abuela muerta, su cuerpo pequeño y seco, encajado en un ataúd, es la confirmación de un final que se anuncia en el deterioro de la vieja casona, amenazada de ruina inminente, y en esa familia dispersa, al fin libre de la opresión que ejerció la anciana, aunque marcada para siempre por las secuelas de palabras y decretos antojadizos.
Los reencuentros entre parientes sirven para evocar el pasado y reescribir un presente que no es sino la consecuencia de mentiras, verdades, ocultaciones y realidades adaptadas para que resulten más llevaderas, para que no se conviertan en un lastre oneroso en la conciencia. A través de recuerdos y conversaciones conocemos a los miembros de la familia y sabemos de la vida de Ramón, condicionado desde niño por la dominante presencia de su abuela, influido por sus decisiones, trastocado por un acontecimiento dramático que ha anegado su existencia con una tristeza que le devora las entrañas.
Ramón revive su pasado en la casona de los Alba, cuando la alcurnia de sus moradores los colocaba a una altura orgullosa y distante, muy alejada de los demás habitantes de aquella pequeña ciudad de provincias en la que reinaron en tiempos pretéritos. Los juegos infantiles con los primos, los secretos que toda familia guarda y que casi siempre afloran para que el tiempo cumpla su cometido y coloque cada cosa en su sitio, los oropeles y las miserias de los Alba, se desgranan en los capítulos de Ya no estoy entre vosotros, aderezados con unas imprescindibles notas a pie de página, en las que el editor o el autor centran la historia.
Ramón Acín narra con agilidad y maestría las interioridades de una familia que se derrumba con la muerte de la abuela. Su prosa nos lleva por escenarios íntimos, por los recovecos de unos personajes descritos con brillantez. No puedo pasar por alto al reseñar la obra la magistral descripción que el autor hace sobre la literatura, un perfecto esbozo que esclarece cualquier teoría, aportando un conocimiento profundo y certero sobre el oficio de escribir y que concluye con una reflexión filosófica acerca de la vida.
La literatura y la vida, también la omnipresencia de la muerte, se dejan sentir en las páginas de Ya no estoy entre vosotros. “Todo a la mierda” es una frase lapidaria que encierra el sentido de esta farsa que llamamos vida. Ramón Acín lo ha descubierto y deja ahí sus conclusiones, para quien las quiera adoptar.
(Publicada en ARTES y LETRAS. Herado de Aragón. 17 de Junio 2014)